Este prolífico pintor y escultor, establecido en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, ya usaba las máscaras en sus figuras antes de la pandemia. Su primer retrato de Timekeeper, fue en 2015. O’Flynn, que tiene un profundo conocimiento de la tradición de art pop y explora el significado de este género en el contexto actual, tapa la boca a sus figuras como si se tratara de un filtro para plasmar la importancia de lo que ingerimos y liberamos como los gérmenes y las palabras. Dice que somos tóxicos y lo contagiamos, y que también necesitamos protección contra eso. La serie de Time Keeper incorpora su uso característico de la iconografía pop, superhéroes, explosiones, símbolos religiosos y mantras tipo grafiti tatuados en los cuerpos de imponentes figuras enmascaradas, exaltadas por fondos de colores y motivos vibrantes. Es un verdadero caramelo visual que está pintado al revés sobre plexiglás para conseguir un acabado pulido.

